La mujer habitada, de Gioconda Belli

AL AMANECER EMERGÍ. Extraño es todo lo que ha acontecido desde aquel día en el agua, la última vez que vi a Yarince. Los ancianos decían en la ceremonia que viajaría hacia el Tlalocan, los jardines tibios de oriente —país del verdor y de las flores acariciadas por la lluvia tenue— pero me encontré sola por siglos en una morada de tierra y raíces, observadora asombrada de mi cuerpo deshaciéndose en humus y vegetación. Tanto tiempo sosteniendo recuerdos, viviendo de la memoria de maracas, estruendos de caballos, los motines, las lanzas, la angustia de la pérdida. Yarince y las nervaduras fuertes de su espalda. Hacía días que oía los pequeños pasos de la lluvia, las grandes corrientes subterráneas acercándose a mi morada centenaria, abriendo túneles, atrayéndome a través de la porosidad húmeda del suelo. Sentía que estaba cercano el mundo, lo veía acercarse en el diferente color de la tierra.

Estamos comenzando con la lectura de "La mujer habitada" de Gioconda Belli. Este mes por una serie de eventos inesperados, nos juntamos el primer, el tercer y el último jueves, y luego retomamos nuestro ritmo del segundo y el cuarto.

En "La mujer habitada", el espíritu de una guerrera precolombina -presumiblemente maya- renace en un árbol de naranjas, en el jardín de otra mujer en la ciudad de Faguas, Nicaragua, en la década de 1970. Cuando la dueña de casa se toma un juguito, el espíritu la habita. Mientras tanto, el Movimiento de Liberación Nacional intenta una victoria por la vía armada. No miento más porque leí hasta ahí, estamos empezando y te podés sumar, en la Biblioteca Popular Sarmiento o contactándote por medio del formulario que está acá.

Imagen: Anama Ediciones

Comentarios

Entradas populares